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Cuando mi marido está en el trabajo. Fue un momento lleno de vergüenza y vergüenza que odio expresar con palabras. El hombre que se aprovechó de mi debilidad y jugó conmigo y me profanó según sus propios deseos fue mi vecino, con quien nunca había tenido siquiera una conversación. Mis pliegues carnosos fueron mantenidos como una mascota lasciva, obligados a sentir y obligados a correrse. Esto continúa sin cesar incluso hoy.